sábado, 8 de septiembre de 2007

CUERPO Y COMUNICACION

2.- Cuerpo y comunicación.
Queremos, asimismo, insistir en señalar que el cuerpo cumple una doble función: de encuentro consigo mismo y con el mundo de los seres y de las cosas. Función eminentemente relacional de carácter psicosociomotor. En el encuentro consigo mismo, las raíces neuropsicológicas y motrices que se potencializan en el cuerpo resultan el verdadero capital que el hombre posee para desplegar su existencia, para llegar a ser persona y alcanzar su realización.

La relación entre lo psicosocial y la motricidad donde aparecen los demás, podemos afirmar que la sociedad no sólo influye en nuestras relaciones humanas, sino también en la estructura, funciones y comportamientos corporales. El cuerpo se constituye entonces en un símbolo de cada sociedad, ya que, a la vez que ejerce su acción sobre ella, recibe su influencia y se transforma.

Este proceso dialéctico se cumple únicamente si entre cuerpo y entorno se establece una íntima comunicación, en la que el cuerpo, como referencia constante y dinámica, adquiere la disponibilidad óptima para ejercer su auto-control, para llegar al encuentro con los demás y al dominio de las cosas. Es la comprensión que surge entre por lo menos dos individuos, madre e hijo, por ejemplo, cuando uno entiende lo que el otro quiere expresar. Esta comunicación está representada en los seres humanos de la forma representada en su modo más auténtico por el lenguaje del cuerpo. Parafraseando a Le Boulch, (1970) gestos, mímica y, esencialmente, el cuerpo mismo participan en la misma base de la comunicación; lo único necesario es saber comprender el mensaje y reconocer la clave que todo mensaje tiene.

La comunicación corporal está ligada al equilibrio funcional del cuerpo, en el cual la función tónica afectiva cobra singular importancia y resulta decisiva en el proceso de adaptación creadora con el mundo material, así como en el disfrute de la alegría, bienestar y felicidad en el proceso psicosocial. Es así como el cuerpo, ente socializante por excelencia, se hace presente en la coexistencia entre seres corpóreos, concentrándose el requisito psicosocial de ser-con-los-demás y para-los-demás.

El cuerpo, como comunicación no verbal recibe muy poca o casi ninguna importancia, a pesar de que contiene en sí mismo un sentido y una expresión intelectual que no podemos ignorar por ser el medio privilegiado en la relación y comunicación con el mundo exterior; cargado de motricidad es vehículo exclusivo del comportamiento.

Esta actividad interior sujeto-mundo se expresa y concreta a través de la actividad corporal. Actividad que, interiorizada, es portadora y embajadora del significado psicológico que va a ser transformado en lenguaje propiamente dicho.

En este contexto, la comunicación no verbal surge con una importancia fundamental par la comprensión de la problemática de la comunicación humana. No debemos olvidar que la comunicación humana es especialmente corporal. Sartre nos lo hace recordar al decir “La palabra esconde el cuerpo”.

En la comunicación entre el emisor y el receptor hay dos cuerpos: el cuerpo de uno que está por y para el otro y también para sí mismo.

De hecho, la comunicación no verbal ha sido y es el soporte indiscutible del lenguaje humano, verbal desde el hombre primitivo. Recordemos que las emociones se expresan fundamentalmente en el campo mímico corporal y que el cuerpo, en esta perspectiva, es un emisor de señales y de significado socio-cultural.

Por último, la experiencia del propio valor del hombre se apoya incuestionablemente en la realidad de su cuerpo; éste es un medio de la experiencia originando en el dominio de su existencia como ser vivo. La constitución de la realidad experimentable de la conciencia estructuradora posibilitada por los sentidos, aseguran la percepción del mundo exterior y el apetito sexual. Si es verdad que la relación sensible con el mundo que nos rodea configura la experiencia de nuestra propia identidad y posibilita, al mismo tiempo, que trascendamos nuestro propio yo, la comunicación corporal la que, mediante la expresión, el gesto y el roce, inaugura el campo de la comunicación personal.

Estos planteamientos permiten pensar que al mirar y observar el cuerpo, debemos hacerlo en la medida de considerarlo idéntico a nosotros mismos. Tendremos que olvidarnos de la terminología tener un cuerpo y más bien exclamar: “¡Yo soy mi cuerpo!, porque, si bien es la mano la que toma el objeto, en realidad soy yo quien lo toma, es el cuerpo directamente el que sufre o goza y ello significa que en la mano o en el cuerpo, en la acción corporal “estoy presente yo en persona, en carne y hueso”.

Sin embargo, a pesar de todos estos fundamentos es aún muy dificil aceptar al hombre como unidad indivisible, si bien esta reflexión afirma el concepto, en la práctica seguimos pensando y refiriéndonos a nuestro cuerpo como el objeto de nuestra alma, como una mente que actúa independientemente de los sentidos, como si las potencialidades de nuestro cuerpo, nuestro intelecto y afectos, fueran fruto de una espiritualidad descarnada, sin asiento en nuestro propio cuerpo, en nuestro propio yo.

No hay comentarios: